El documental La Molécula Espiritual (DMT: The Spirit Molecule), a través de un enfoque multifacético nos revela la investigación del Dr. Rick Strassman y nos introduce a los asombrosos efectos de la Dimetiltriptamina (DMT). En el documental “La Mólecula Espiritual” conoceremos las inquietudes y asombrosas experiencias de los participantes y voluntarios de esta investigación. Sin duda, el documental “La Mólecula Espiritual” nos invita a cuestionarnos el alcance que ha tenido la DMT en las teorías de la conciencia humana, pues hay evidencia arqueológica en diferentes culturas de la Antiguedad que demuestra la existencia del uso de estas sustancias para activar la glándula pineal como un “Portal Interdimensional” el cual nos permitiría entrar a otras capas o dimensiones de nuestra conciencia y realidad. En “La Mólecula Espiritual” podemos ver esbozadas diversas teoría sobre por qué el cerebro genera DMT y qué es lo que hace esta sustancia (uno de los misterios más grandes de la neurociencia moderna). Por una parte el DMT es molecularmente similar a la serotonina y cumple con todas las condiciones para ser un neurotransmisor. Pero esto no responde a la pregunta de por qué está ahí el DMT y qué está haciendo (no ayuda que sea ilegal estudiarlo). El Dr. Rick Strassman cree que el DMT podría ser sintetizado en la glándula pineal, ya que ésta tiene todas las enzimas y los precursores necesarios para hacerlo (Dennis Mckenna dice que en realidad todos los seres vivos de la naturaleza en teoría tienen las bases químicas para sintetizar DMT y que este podría ser el elemento básico del lenguaje de la naturaleza). La glándula pineal históricamente es el centro espiritual del organismo humano, asiento del tercer ojo. El mismo Rene Descartes, padre del racionalismo, escribió que la glándula pineal secreta espíritus, algo que fue recibido como un desvarío, pero que a la luz de la nueva ciencia podría ser un momento de suma claridad. Strassman cree que es posible que la secreción de DMT vaya de la mano de las visiones religiosas reportadas por místicos desde los albores de la historia. En “La Mólecula Espiritual” incluso se explora una interesante posibildiad: que la glándula pineal controle la entrada y salida del espíritu al cuerpo; esto explicaría la similitud entre las exeriencias cercanas a la muerte y los viajes de DMT. Esto se refuerza ante el hecho de que la glándula pineal se detecte en el feto humano a la séptima semana, lo que es equivalente a los 49 días que se dice en el Bardo Thodol (Libro Tibetano de los Muertos) tarda un alma en reencarnar. El hermano de Terence Mckenna, Dennis nos encamina a otro aspecto notable del DMT, su incomparable capacidad de producir visiones religiosas de unidad cósmica. Mckenna dice que es una “pastilla instántanea de supremas realidades metafísicas” y que el ser humano tiene un “detector de la divinidad en el cerebro” La liberación de esta molécula, se ve incrementada por la glándula durante el estadío de sueño, estados de meditación y las experiencias cercanas a la muerte. Cada caso mencionado, es cuestionado por los escépticos como un fenómeno físico-químico limitado al órgano cerebral. Sin embargo, no existen al momento hipótesis válidas que relacionen el por qué de la liberación de DMT (y la consecuente formación de imágenes ) en los estadíos cercanos a la muerte. Tal como lo reconoce Rick Strassman, célebre protagonista en exhaustivos estudios de los efectos de la DMT en humanos, la glándula pineal no sería más que el sexto chakra del cual habla la tradición védica, la ventana de Brahma que se nombra en el hinduismo, el ojo celestial del cual hablan los antiguos chinos, el palacio Niwan que los taoístas conocen o el “asiento del alma” que Descartes exponía.
En cualquiera de los casos, la ciencia y la realidad parecen haber encontrado un posible punto de roce en un espacio milimétrico, extraviado justo en el centro del cerebro.