-La muerte y el Sendero del Aprendiz
 
Esta es una conferencia excelente, brindada por Sai Medicare Colombia, y por el Dr. Jorge Carvajal, realizada en el Politécnico Grancolombiano el día 31 de agosto de 2007 en Bogotá. En la conferencia se plasma básicamente cómo deberíamos vivir, y cómo deberíamos morir. Es muy difícil describir y resumir tan amplio y profundo conocimiento, pero sí puedo decir que esta conciencia puede cambiar al mundo, para que todas las personas que vivimos en el planeta podamos observar qué o quiénes somos en realidad, y "para qué hemos venido a este mundo".


 

Bionergética: La Medicina del Futuro. Entrevista al Dr. Jorge Carvajal

Prestigioso médico de renombre mundial, el doctor Jorge Carvajal se dedica desde hace décadas a la investigación y desarrollo de terapias encuadradas en el ámbito de la Bioenergética. Terapias en las que utiliza láseres de baja frecuencia para desbloquear y reequilibrar los centros energéticos a través del sistema retículo-endotelial favoreciendo así la conexión celular. Un método tan poco conocido por la comunidad médica como efectivo. Pero lo que más destaca de este excepcional filósofo de la Medicina que un día se hizo cirujano es la filosofía que sobre la vida, el hombre, el mundo, el universo y, por ende, la Medicina, posee.

Médico cirujano de la Universidad de Antioquía (Colombia), el doctor Jorge Carvajal lleva dedicado a la práctica clínica, la docencia y la investigación de las llamadas Medicinas Complementarias desde hace más de veinte años. Autor del libro Un arte de curar y de otras numerosas publicaciones sobre bioenergía, medicina, conciencia y sanación este singular y extraordinario médico de prestigio mundial es poseedor de una amplísima experiencia que le permite ayudar a recuperar la salud a las personas enfermas con métodos terapéuticos poco convencionales (si nos atenemos a la concepción que se tiene de lo ortodoxo en materia de salud). Pero lo cierto -para asombro de muchos de sus colegas- es que los resultados que obtiene con sus pacientes son tan eficaces que en su entorno se van agrupando cada año más profesionales que ven en su práctica no tanto algo de carácter alternativo o complementario sino una manera de actuar y entender al ser humano, la propia existencia y la medicina más acordes con los conocimientos del siglo XXI. Razón por la que la posibilidad de poder charlar con él fue una excelente oportunidad de acercar al público a su pensamiento. Lo único que lamentamos es que estas breves páginas sólo nos van a permitir dar unos apuntes sobre su persona y su labor habiéndonos visto obligados a dejar gran parte de la entrevista sin transcribir. Son tantas las cuestiones que le hemos planteado y tantas las aclaraciones que habría que hacer para que se comprendiera la profundidad de lo que transmite que, muy a nuestro pesar, no ha habido otra solución. Ojalá en los próximos meses tengamos oportunidad de ampliar la información que hoy adelantamos.

-¿Por qué un profesional de la práctica médica convencional como usted decide dedicarse a la Medicina Bioenergética?

-Porque la Bioenergética es, en nuestra cultura latina, una visión del mundo desde lo cotidiano, una actitud hacia la vida más que una técnica por la que se decide optar. Hay bioenergética en la magia cotidiana del sol que te calienta y que modifica los pulsos de la epífisis y la melatonina; en la mente, no ya fuera del cuerpo sino en cada célula; y en la integridad inseparable de la vida también hay bioenergética. Es bioenergética la atracción magnética que una persona con paz interior ejerce sobre otras. En la conciencia, en la palabra, en la mirada, en la caricia, en la cascada de la evolución hay tanta información y tanta energía interactuando con la materia que la Bioenergética, más que una ciencia o técnica para escoger en lugar de otras técnicas o ciencias, es como un orden subyacente o implícito en la corriente misma de la vida.

 

-¿Cómo ve, en ese sentido, a la profesión médica actual, a sus colegas que practican la medicina convencional?

¿Cree que tardarán mucho tiempo los estamentos oficiales en admitir el tipo de terapias que usted practica?

-El arte de sanar tiene miles de años. La profesión médica, en tanto que ciencia, es apenas una recién nacida. La Medicina es más arte que ciencia, tiene más de actitudes que de aptitudes, más de compromiso que de técnicas asépticas. La Bioenergética no es una medicina alternativa pues incluye a la medicina convencional, la utiliza y la complementa con otras técnicas que, más que antagónicas, son complementarias. Así como no sería posible comprender hoy la acupuntura y sus efectos sin echar mano de la neurociencia no es posible hablar de conciencia sin referirnos al campo cuántico. La de hoy es una cultura de síntesis en la que la única mentira es la verdad absoluta o el dogma. Ayer los biólogos buscaban en la Física la raíz de la conciencia y de la vida pero hoy, para muchos físicos de vanguardia, como para los antiguos rishis, la conciencia es el campo unificado. Es decir, la conciencia se volvió un sustrato lícito de la investigación científica. En esos términos, ¿dónde está la frontera entre lo oficial y lo alternativo? Hace mucho tiempo que esa frontera dejó de existir. Por eso no se trata ya de obtener el reconocimiento de otros estamentos sino de saber que nuestro marco de acción es el de una sola humanidad que requiere una medicina más humana, es decir, más integral. Soy muy optimista respecto del porvenir pues la nuestra será una cultura de salud fundamentada en la integración de todos los territorios terapéuticos, de tal manera que no habrá competencia entre la medicina oriental y la occidental, entre la medicina natural y la tecnológica, entre las medicinas “duras” y las “blandas”. Lo oficial será en el mundo no sólo lo vigente en el plano académico o económico sino también -y sobre todo- lo culturalmente vigente ya que los sistemas médicos, con sus territorios terapéuticos, no son sino estrategias de supervivencia de las culturas. Se puede ser blando con un bisturí o duro con un medicamento homeopático. Eso depende de nuestra propia humanidad como terapeutas. Conozco muchos médicos “convencionales” que dieron ya el salto hacia una ciencia médica con conciencia; y a muchos médicos “alternativos” que siguen anclados a un paradigma que no ve en la vida más que un conglomerado molecular con sus correspondientes emisiones electromagnéticas.

-Según su planteamiento, ¿cómo definiría la enfermedad?

-Cuando nacemos empezamos a morir. Pero nacer y morir no son más que fases diferentes del continuo vivir. Así como morir y vivir no son opuestos, la salud no es lo contrario de la enfermedad. Muchos enfermos sintomáticos están más sanos que aquellos que no han tenido el maestro de la enfermedad para aprender el significado del vivir. No hay nadie totalmente sano pues todos, ya al nacer, estamos incubando algún tipo de enfermedad. La salud no es un estado, es una tendencia, una condición relativa que puede ser definida como una cualidad esencial ligada al ser, que se revela como integridad. No tenemos más o menos salud: somos más o menos saludables en la medida en que somos más o menos íntegros. En ese sentido, la enfermedad es pérdida de integridad, revelada como disolución del ser en cualquiera de sus vehículos o estados de conciencia, sean estos físicos, emocionales, mentales o espirituales. Pero, frecuentemente, la enfermedad, al permitirnos despertar, reconocernos más allá de las apariencias y avanzar hacia un estado más incluyente de la conciencia es, paradójicamente, el mejor agente de la salud.

 

-¿Cuál es para usted el concepto de medicina bioenergética?

-Es una actitud hacia la vida fundamentada en una visión del mundo que no sólo concibe cascadas de causalidad sino que acepta tendencias de probable finalidad. Es una práctica de la medicina que no sólo reconoce la validez de la observación objetiva sino que reivindica la necesidad de una aproximación subjetiva al hombre cuya desarmonía se arraiga frecuentemente en la profundidad de sus emociones.
La Bioenergética implica rescatar para la medicina al hombre, esa humanidad viva en terapeutas y pacientes. Porque sólo una ciencia médica con sujeto puede tener objeto. La Bioenergética ha propuesto el rescate del sujeto en su plena integridad volviendo a integrar aquello que descuartizamos en nuestra loca carrera hacia las subespecialidades. Desespecializar, integrar y rescatar ese territorio de la conciencia donde tienen plena vigencia las sincronicidades y las correspondencias es la propuesta de la Medicina Bioenergética.

-¿Es la figura del terapeuta un interfase o puente entre el paciente y la enfermedad?

-La enfermedad no es algo externo que le sucede al paciente sino que forma parte de su estilo de vida, de su actitud hacia el mundo, hacia sí mismo. Está relacionada con la imagen que tiene de sí. El terapeuta está ahí para que el paciente se mire y se reconozca. Para que reconozca la otra mitad de sí mismo sumergiéndose en ese océano interior que esconde su verdadero potencial: el de un sanador interior. El terapeuta es el catalizador de un proceso de conciencia, de un despertar interior que permite al paciente recuperar su poder: el de su propia conciencia. Y esto no es simplemente el arte de sobrevivir o soportar la enfermedad, es también el arte de liberarse, de desprenderse, de desapegarse, de morir descubriendo en todo el proceso la continuidad de la vida. La gente no busca un técnico. En su inconsciente añora encontrar al amigo, al hermano, al sacerdote, al consejero, a la madre que la vida le negó… un hombro para llorar, una sonrisa para compartir, una llama para encender la tea de su propio corazón. La terapéutica es música en la que uno apenas pulsa la cuerda sensible para que el paciente reconozca su nota y su lugar en el concierto de la humanidad.

-¿Quién puede ser sanador? ¿Qué cualidades debe reunir?

-Todos, en cada instante, cuando el milagro de la vida se reconoce, cuando la sinfonía de la integridad se restablece, participamos del arte sublime de sanar. Toda relación humana puede ser terapéutica si se fundamenta en la comprensión amorosa. El sanador debe ante todo tener pureza magnética, lo cual significa honestidad a toda prueba. Esto es, coherencia en su pensar, en su sentir, en su actuar; es decir, integridad. Somos íntegros cuando somos honestos, cuando somos lo que somos. Y desde ese ser, nuestro ser, somos de la misma esencia de todos los seres y, por ello mismo, sanadores. Se sana la vida revelando el ser, esa esencia permanente que no muere con la muerte pues es cauce de todas las corrientes. Un buen carácter, una motivación transparente, una genuina devoción por el alma, un deseo ardiente de servir y, por último, aunque no menos importante, un adecuado entrenamiento son algunas de las cualidades de un buen sanador.

-¿Qué tipo de patologías trata más frecuentemente con la terapia bioenergética?

-En general, todas las enfermedades crónicas son susceptibles de mejorar con la terapia bioenergética. Lo cual no significa que la terapia bioenergética sea una panacea o simplemente mejor que cualquier otra terapéutica. La mejor terapia es la que le sirve a nuestro paciente, cualquiera sea su nombre o su procedencia. ¿Qué paciente sufre la enfermedad? ¿En qué terreno ha germinado la misma? Son preguntas cuyas respuestas son más importantes para la Bioenergética que el tipo de enfermedad que sufre el paciente. Una enfermedad no es una entidad con existencia propia, forma parte de alguien y ese alguien nos importa mucho más que la “entidad nosológica” de la enfermedad.

-Según apuntan las últimas tendencias, la enfermedad no sería sino la manifestación en el organismo de un conflicto emocional, pero, ¿sin eliminar el conflicto emocional puede haber una sanación real y duradera?

-Curar tiene que ver con el alivio de los síntomas. Sanar se refiere a rescatar la integridad aprendiendo la lección del evento físico, emocional o mental que origina la desarmonía. Más que modificar o eliminar el conflicto emocional se aprende la lección del conflicto y éste se revela como un maestro. Cuando aprendemos la lección ya no hay conflicto puesto que lo que eran opuestos ahora son complementarios. Se restablece la armonía interior cuando somos aprendices pues el médico interior, el verdadero sanador, es siempre un aprendiz. Así, es posible estar sanos aunque tengamos alguna enfermedad y es posible seguir enfermos aunque nos hayamos curado de algún mal por la supresión o eliminación de un conflicto emocional; y es que la modificación o eliminación del conflicto, aunque nos libere momentáneamente de los síntomas, no nos libera de su repetición si no hemos aprendido la lección. Sanarse es aprender; de la misma forma en que el sistema inmune aprende la lección de los gérmenes, nuestra conciencia aprende la lección que nos traen los conflictos emocionales. Las enfermedades pueden ser reediciones o reiteraciones del mismo conflicto emocional básico de nuestra infancia por lo que hasta que no aprendamos realmente la lección estamos condenados a reeditar la fricción del conflicto en el seno del cuerpo. Es tan importante la auténtica sanación emocional que en más de veinticinco años de práctica clínica he llegado a la convicción de que en el núcleo de la inmensa mayoría de las enfermedades crónicas hay un conflicto emocional no resuelto.

-¿Cuánto tarda el órgano en recuperarse cuando se aplican las terapias bioenergéticas?

-Aunque los síntomas clínicos tarden en aparecer, un shock traumático emocional que se vive sin la protección amortiguadora de una red de soporte emocional adecuada incide sobre la energía y la función del órgano respectivo así como en su representación cerebral inmediatamente. Asimismo, la terapia adecuada incide sobre toda la cascada de eventos relacionados con la enfermedad de una manera sincrónica. Esto no quiere decir que siempre sea posible la restitución anatómica pues existe un status de no retorno en el cual las lesiones asumen el carácter de irreversibles. Siempre es necesario un sustrato, un cerebro para procesar y transmitir las señales, una reserva orgánica para sostener las funciones. Por tanto, aún con el estímulo energético adecuado muchas enfermedades crónicas no remiten aunque se puedan presentar mejorías en su evolución y pronóstico. El tiempo de respuesta varía en función del tipo de estímulo y la condición del paciente pero va desde el efecto inmediato hasta el que se instala lenta y progresivamente en el curso de varios meses. En casos excepcionales hemos visto la restitución anatómica allí donde nuestros conocimientos médicos convencionales decían que era literalmente imposible; lo que nos revela que más allá de materia y energía hay un lugar de la conciencia en el que la enfermedad, por avanzada que esté, puede ser reversible. Este es el territorio de la sanación espiritual, en el que el alma del paciente, el sanador interior, es el actor principal.

-¿Es cierto que el corazón es el gran regulador de los ritmos biológicos y que el cerebro y todo el funcionamiento orgánico se adecua a este órgano?

-El corazón produce un campo electromagnético cinco mil veces más potente que el del cerebro. Este campo es la onda portadora de todas las demás actividades eléctricas, lo que explica que en condiciones de registro adecuado el electrocardiograma se pueda captar en cualquier parte del cuerpo. Así, por ejemplo, en la cabeza se puede captar el electroencefalograma como una pequeña oscilación que “va a caballo” sobre la onda electrocardiográfica. En el abdomen de la mujer gestante se podrá registrar el electrocardiograma de la madre y, por encima, el del feto. El grado de coherencia de la actividad cardiaca, medida por la variabilidad de frecuencia en el tiempo, es hoy una medida objetiva de estados interiores. Así, un estado genuino de amor impersonal produce una mínima variabilidad de la frecuencia cardiaca con una máxima coherencia que, a su vez, se refleja en una capacidad incrementada para actuar sobre otros sistemas vivos. En ese estado de coherencia interior el amor impersonal se manifiesta en la capacidad de sanar. Los investigadores norteamericanos de estos fenómenos -que no son propiamente alternativos- han llamado al corazón “el oscilador eléctrico maestro”.

-Al parecer, el bazo es un gran acumulador de energía, quizás el más importante que tenemos. Pero, además del bazo, ¿hay algún otro órgano especializado en procesar la energía? ¿Y qué pasa si se extrae el bazo?

-El prana o energía vital entrante al sistema pasa a través de los chakras del bazo adecuándose a la frecuencia de cada uno de los chakras o centros mayores de energía. Los chakras -palabra sánscrita que significa rueda- son, como usted sabe, los vórtices energéticos que captan y distribuyen la energía etérica por el organismo. Pero cuando hablamos del bazo, como de cualquier órgano en medicina bioenergética, no sólo nos referimos a su componente físico sino básicamente a la unidad etérica. Un órgano extirpado sigue teniendo existencia desde el punto de vista energético; por eso se puede experimentar dolor en un miembro amputado y es posible tratar con un color o un sonido la contraparte etérica del miembro u órgano faltante y mejorar situaciones clínicas como el síndrome del “miembro fantasma”. De hecho, todos los átomos del organismo se renuevan. A pesar de lo cual, la memoria de la función y la distribución -el patrón de organización- permanece. La memoria de nuestro cuerpo está en el campo de energía etérico y éste -mientras vivamos- mantiene la plantilla o molde que permite la constancia de la distribución y ordenamiento de las energías en su seno.

-¿Los canales por donde circula la energía etérica son detectables con la tecnología actual?

-A la luz de los conocimientos actuales, la realidad eléctrica, fisiológica e histológica de los puntos de acupuntura es hoy indiscutible. Como vías de menor resistencia eléctrica de posible conducción de corriente directa la existencia de los meridianos está aún sujeta a discusión aunque la prueba clínica de su vigencia después de milenios es, sin duda, más importante que la probable constatación biofísica. Si asumimos fenómenos vitales que ocurren por fuera de los límites de nuestra física convencional, como las ondas no hertzianas, no podremos obviamente esperar que las registremos con instrumentos para medir ondas electromagnéticas convencionales. Nosotros los occidentales no nos preguntamos tanto si una cosa funciona o no sino cómo funciona. Y si no encontramos el cómo negamos el hecho. Es la tiranía de la lógica como único uso de razón la que nos ha llevado a posturas a veces irracionales. No tenemos que esperar la bendición del método científico para disfrutar el milagro vivo de la vida cada segundo. La vida se demuestra a sí misma en el ojo del científico que intenta descubrirla detrás del microscopio.

-La conexión entre el chakra del plexo solar y el del corazón parece ser la llave de la salud y la enfermedad por cuanto controlan el mundo de las emociones. ¿Es eso así?

-Juntos, el plexo solar y el plexo cardíaco constituyen un comando magnético procesador de las energías provenientes del cuerpo emocional. Cuando la polaridad emocional se orienta a la satisfacción de las ambiciones del pequeño yo personal las energías así generadas se dirigen hacia el plexo solar y son procesadas por el páncreas, el estómago y el hígado; y a través de éstos órganos inciden sobre todo el tracto intestinal. Buena parte de las enfermedades en nuestra práctica clínica afectan vísceras y órganos adscritos al plexo solar expresándose como gastritis, úlceras, desórdenes biliares, colitis, alteraciones digestivas, etc., que además de los factores conocidos por los médicos tienen un motor oculto en actitudes emocionales dirigidas a saciar apetitos individuales que se reflejan en un estilo de vida consagrado a la expansión del propio territorio. Esto ocasiona una congestión energética crónica de los órganos adscritos al plexo solar y se refleja en hábitos alimenticios inadecuados. La congestión del plexo solar no puede hacerse sino a costa de disminuir el flujo de energía hacia el plexo cardíaco y entonces el corazón y el sistema inmunológico empiezan a sufrir. Multitud de problemas inmunes y cardíacos tienen su génesis en desórdenes emocionales que, al afectar el plexo solar, terminan afectando también al timo y al corazón. Podríamos simplemente adecuar la dieta pero olvidamos que no somos lo que somos por lo que comemos o bebemos sino que lo que comemos y bebemos es un manifestación de lo que somos. Ese ser se revela en actitudes hacia la vida y es allí donde podría realizarse el cambio. El cambio de actitud consiste en que, en lugar de preguntarnos ¿qué espero yo de la vida? -actitud de pedir que nace del plexo solar-, nos preguntemos qué espera la vida de nosotros -actitud de servir que nace del corazón-. Cuando somos lo que somos por lo que a la vida le podemos dar y no por lo que podemos poseer y retener tiene lugar un cambio fundamental en nuestra evolución: ascendemos en nuestra humanidad, centrada en nuestra más grande riqueza, nuestra capacidad de dar. El cuarto centro o chakra cardíaco es el territorio de la comprensión amorosa, actitud desde la que podemos sanar nuestras relaciones. Y sanar las emociones y las relaciones es la clave para llenar la vida de sentido.

-Por último, quisiéramos preguntarle por algo que forma parte de muchas terapias bioenergéticas: los medallones, las piedras, las gemas…. colocadas sobre el plexo solar o sobre el corazón, ¿tienen realmente validez terapéutica? ¿Cree que las formas circulares o esféricas -ondas de forma- producen efectos curativos?

-Lo que uno piensa de una cosa es más importante para la salud que la misma cosa. Cuando se utiliza un medicamento que normalmente provoca el vómito diciendo a los pacientes que es un medicamento para evitar el vómito el efecto de su creencia supera la de la sustancia en sí y el vómito es controlado por la mayoría. El sistema nervioso y el sistema inmune también “creen”. Así nació la Psiconeuroinmunología, ciencia que describe y utiliza las interacciones entre el sistema nervioso, las emociones y actitudes, y el sistema inmune. Cuando se asocia sacarina con un tóxico para el sistema inmune, al dar luego exclusivamente sacarina el sistema inmune reacciona como si ésta fuera muy tóxica. Lo mismo sucede con amuletos, piedras, etc. Además de su acción intrínseca -que puede o no existir-, lo más importante es nuestra conciencia sobre ellas. Un amuleto, un medallón o una piedra pueden no ser más que un símbolo externo de una conciencia interior. De ahí deriva su poder. Poder que puede ser más fuerte sin la piedra porque, en última instancia, lo que es significativo se inscribe profundamente en nuestra conciencia y deja sus huellas en el cuerpo. Una forma, un símbolo -por ejemplo, la cruz-, un mandala, un mudra, una postura de hatha yoga, un mantram o una oración pueden ser muy poderosas si se asocian a un profundo sentir interior, a una conciencia viva anclada al corazón. De lo contrario, serán simplemente cosas inocuas.

Fuente: Luis Arribas 

 
Entrevista al Dr. Jorge Carvajal Médico
Cirujano de la UNIVERSIDAD DE ANDALUCÍA - ESPAÑA
Pionero de la Medicina Bioenergética
Marzo 10, 2009


¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma?

El alma no puede enfermar, porque es lo que hay perfecto en ti, el alma evoluciona, aprende En realidad, buena parte de las enfermedades son todo lo contrario: son la resistencia del cuerpo emocional y mental al alma. Cuando nuestra personalidad se resiste al designio del alma es cuando enfermamos.

La Salud y Las Emociones

¿Hay emociones perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?


Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano vienen del campo
de conciencia emocional. Las enfermedades muchas veces proceden de emociones no procesadas, no
expresadas, reprimidas.
El temor, que es la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al riñón, a las glándulas
suprarrenales, a los huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.

¿Nos hacemos los fuertes y descuidamos nuestra salud?

De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que cuidar. Tienes tus límites, no vayas más allá. Tienes que reconocer cuáles son tus límites y superarlos porque si no los reconoces, vas a destruir tu cuerpo.

¿Cómo nos afecta la ira?

La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva porque te lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de tu territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad, agresividad, resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la digestión, el sistema inmunológico.

¿La alegría por el contrario nos ayuda a estar sanos?

La alegría es la más bella de las emociones porque es la emoción de la inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no es contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe poemas. La alegría con miedo nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta importancia.

¿La alegría suaviza el ánimo?

Sí, la alegría suaviza todas las otras emociones porque nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al resto de las emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente.
Las canaliza para que lleguen al mundo de la mente.

¿Y la tristeza?

La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la depresión cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar el control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio aspecto positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.

¿Es mejor aceptar esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?

Como parte para transformarlas, es decir, cuando se aceptan fluyen, y ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que canalizarlas para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza.
¡Qué difícil! Sí, es muy difícil. Realmente las emociones básicas son el amor y el temor (que es ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por exceso o defecto. Constructivo o destructivo.
Porque también existe el amor que se aferra, el amor que sobreprotege, el amor tóxico, destructivo.

¿Cómo prevenir la enfermedad?

Somos creadores, así que yo creo que la mejor forma es creando salud.
Y si creamos salud no tendremos ni que prevenir la enfermedad ni que atacarla, porque seremos salud.

¿ Y si aparece la enfermedad?

Pues tendremos que aceptarla porque somos humanos. También enfermó Krishnamurti de un cáncer de páncreas y no era nadie que llevara una vida desordenada. Mucha gente muy valiosa espiritualmente ha enfermado. Debemos explicarlo para aquellos que creen que enfermar es fracasar. El fracaso y el éxito son dos maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el aprendiz, tienes que aceptar e incorporar la lección de la enfermedad en tu vida. Cada vez más personas sufren ansiedad. La ansiedad es un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el estómago, una sensación de falta de aire. Es un vacío existencial que surge cuando buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando buscamos en los acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos externos, cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos la soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y posesiones. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.

¿Y qué podemos hacer para liberarnos de esa angustia?


La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con más calorías,  buscando un príncipe azul afuera.
La angustia se pasa cuando entras en tu interior, te aceptas como eres y te reconcilias contigo mismo. La angustia viene de que no somos lo que queremos ser, pero tampoco lo que somos, entonces estamos en el "debería ser", y no somos ni lo uno ni lo otro.
El estrés es otro de los males de nuestra época. El estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero imitar. Y realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia competencia, es decir, cuando quieres ser único, original, auténtico, no una fotocopia de nadie.
El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico. Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.

¿Qué nos recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?

La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso. Estar 20 minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es tender un puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar interior, al ser interior.
Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20 minutos antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no el tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana, cuando estás fresco
y descansado, a meditar, esa pausa te va a recargar, porque en la pausa habita el potencial del alma.

¿Qué es para usted la felicidad?


Es la esencia de la vida. Es el sentido mismo de la vida, encarnamos para ser felices, no para otra cosa. Pero la felicidad no es placer, es integridad. Cuando todos los sentidos se consagran al ser, podemos ser felices. Somos felices cuando creemos en nosotros, cuando confiamos en nosotros, cuando nos encomendamos transpersonalmente a un nivel que trasciende el pequeño yo o el pequeño ego. Somos felices cuando tenemos un sentido que va más allá de la vida cotidiana, cuando no aplazamos la vida, cuando no nos desplazamos a nosotros mismos, cuando estamos en paz y a salvo con la vida y con nuestra conciencia.
Vivir el Presente

¿Es importante vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?

Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las expectativas de futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me digo que la felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con la capacidad de habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del mundo de la confusión.

¿Tan confundidos estamos, en su opinión?

Tenemos tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero creemos que somos un cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de la vida y se acaba con la muerte. Segundo, creemos que el sentido de la vida es el placer; pero a más placer no hay más felicidad, sino más dependencia. Placer y felicidad no es lo mismo. Hay que consagrar el placer a la vida y no la vida al placer. La tercera ilusión es el poder; creemos tener el poder infinito de vivir.

¿Y qué necesitamos realmente para vivir?, ¿acaso el amor?

El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es una fuerza renovadora. El amor es magnífico porque crea cohesión. En el amor todo está vivo, como un río que se renueva a sí mismo. En el amor siempre uno puede renovarse, porque todo lo ordena. En el amor no hay usurpación, no hay desplazamiento, no hay miedo, no hay resentimiento, porque cuando tú te ordenas porque vives el amor, cada cosa ocupa su lugar, y entonces se restaura la armonía. Ahora, desde la perspectiva humana, lo asimilamos con la debilidad, pero el amor no es débil. Nos debilita cuando entendemos que alguien a quien amamos no nos ama.
Hay una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que sufrimos por amor, que nuestras catástrofes son por amor. pero no es por amor, es por enamoramiento, que es una variedad del apego. Eso que llamamos habitualmente amor es una droga. Igual que se depende de la cocaína, la marihuana o la morfina, también se depende del enamoramiento. Es una muleta para apoyarse, en vez de llevar a alguien en mi corazón para liberarlo y liberarme. El verdadero amor tiene una esencia fundamental que es la libertad, y siempre conduce a la libertad. Pero a veces nos sentimos atados a un amor. Si el amor conduce a la dependencia es eros. Eros es un fósforo, y cuando lo enciendes se te consume rápidamente, en dos minutos ya te quemas el dedo. Hay muchos amores que son así, pura chispa. Aunque esa chispa puede servir para encender el leño del verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el fuego. Ese es el amor impersonal, que produce luz y calor.

¿Puede darnos algún consejo para alcanzar el amor verdadero?

Solamente la verdad. Confía en la verdad; no tienes que ser como la princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni más ni menos de lo que eres. Tienes un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarte; tienes otro, que es el derecho a perdonar, porque el error es tu maestro. Ámate, sincérate y considérate.. Si tú no te quieres, no vas a encontrar a nadie que te pueda querer. El amor produce amor. Si te amas, vas a encontrar el amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja; eso es indigno de ti. La clave entonces es amarse a sí mismo. Y al prójimo como a ti mismo. Si no te amas a ti, no amas a Dios, ni a tu hijo, porque te estás apegando, estás condicionando al otro. Acéptate como eres; lo que no aceptamos no lo podemos transformar, y la vida es una corriente de transformación permanente.

 


 
   
 
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